Pela las patatas y la cebolla y córtalas en finas láminas.

Mientras preparas las patatas y la cebolla, calienta una sartén con aceite de oliva.

Cuando la sartén esté caliente, echa las láminas de patatas y cebolla para que se vayan cocinando.

Mientras se cocinan las patatas y la cebolla, añade en un recipiente la harina de garbanzos, la levadura, la sal y el agua; mézclalo bien hasta que no queden grumos. Si el resultado es muy espeso, añade más agua hasta que sea prácticamente líquido.

Cuando las patatas y la cebolla se hayan cocinado (puedes variar el tiempo según te gusten más o menos fritas), sácalas de la sartén y añádelas al recipiente en el que has mezclado previamente el resto de ingredientes. Deja que repose entre 3 y 5 minutos.

Mientras la mezcla reposa, pon una sartén en el fuego con un poco de aceite de oliva para evitar que la tortilla se quede pegada.

Echa la mezcla en la sartén y cocínala durante unos 10 minutos a fuego lento. Cuando pasen, dale la vuelta con mucho cuidado (puedes ayudarte con un plato) y deja que se haga por el otro lado durante otros 10 minutos.

Retira la tortilla de la sartén y disfruta de todo su sabor.